jueves, 3 de diciembre de 2009

6ta Parte

Por primera vez en mi vida, había decidido hacer un cambio radical y por los motivos más correctos: yo misma. Se acababan los alfajores en la cama, los crucigramas en la reposera, los remerones y los bombachudos. Si en algún futuro cercano o no, pensaba encontrar al amor de mi vida, tenia que merecerlo. “Aparenta lo que eres y sé lo que aparentas, así nunca perderás tu camino”, era la frase en una película mala que pasaban una madrugada en uno de esos canales perdidos por ahí. Agarré una lapicera que tenía en la mesita de luz y lo anoté en lo primero que encontré. Esa frase fue para mí, como una especie de revelación. El eslogan para la nueva vida que comenzaba a vivir.


Esto no era como a los 15 años cuando me calzaba los tacos altos, me pintarrajeaba toda y me arreglaba para poder pasar al boliche. Tenia que ser real, sin documentos falsos, sin apariencias engañosas, tenía que ser cien por ciento genuino, y debía comenzar por lo más importante: Mi boca. Pero no hablo del rouge o del color que la pinte, me refiero a lo que sale de ella. Ya me había ocupado de lo que entraba y ahora me veía obligada a comenzar a ampliar el vocabulario con el que me expresaba. La Marta no era más la tía bruta que dice bunueloh, reguelto, redetido, tayaríne,



“Me dijo lamoni quel julio le dijo que lakaren taba celosa del.”
Chistosa o no, frases como estas son muy comunes en el barrio en donde crecí, y difícil es el escapar a las costumbres del habla local. Muchos años como esos, pero ahora

debía hablar con toda propiedad, como toda dama con clase. Utilizar un lenguaje constructivo, libre de vulgaridades. Ya no era más El Julio, o el Carlos. Adjetivos como la negri, la flaca, la peti debían desaparecer. Ahora eran Carla, Sabrina y Natalia. No mas pancito mojado en el tuco, ni en el té ni en ninguna otra cosa que se te ocurra. Por más tentador que sea el momento de servirme un abundante plato de sopa y comenzar a desmenuzar suavemente un mignoncito y sumergir uno a uno cada trocito hasta llenar el plato hasta el tope, hay ciertas pasiones que deben ser contenidas.

Todos tenemos costumbres, hábitos, buenos y malos, agradables y desagradables. Están los que no dicen nada y pegan sus moquitos en los azulejos del baño, y están los que no pueden evitar limpiarse las manos en el mantel. Los que no pueden dejar de mentir, y los que no pueden dejar de decir la verdad. Los que escriben compulsivamente su nombre en todos lados, y los que no pueden dejar de mirarse en el espejo cada vez que pasan por el. Importantes y no tanto, los hábitos dejan en claro al público que clase de persona somos. Todos miramos el papel higiénico después de limpiarnos, a todos nos ha salpicado el agua del inodoro alguna vez al caer, pero son cosas que no se hablan. Que nos hacen reír en privado, y esas cosas también forman parte de nosotros, del día a día, aunque sean nuestras, solo nuestras y nunca pasen al oído de alguien más (a no ser en charlas borracha en alguna fiesta bizarra). Una vez escuche que la felicidad verdadera se diferencia porque dura para siempre. Y si yo quería que mi felicidad y mi próximo marido me duraran para siempre, debería aprender a reconocer como lograrla. Tenía un plan y era perfecto. Y no tardaría en ponerlo en marcha…

sábado, 28 de noviembre de 2009

5ta PARTE

Lo primero que aprendí, desde el momento que fui estafada y usada por Matías Bouchard, fue lo que hoy llamo como la regla número Uno para cualquier relación que intenten realizar:

Nunca jamás, por nada del mundo, le regales una parte de tu cuerpo a la otra persona.
_¿De quién son esas orejitas?-
_Tuyas, solo Tuyas!!!_ responde una, con cara de embobada, con un hilo de baba que cae del labio.
_¿Y de quienes son esos cachetitos?_
_¡Tuyos amor, solo tuyos!_
¡Idiota! Cómo vas a regalar tus cachetitos, tus orejas o cualquier otra parte a alguien que te puede dejar en cualquier momento. La verdad es que, si no fueran más que metáforas románticas, hoy solo sería un torso totalmente liso. Sin orejas, sin cachetes, sin boca, ni ojos ni nada. Porque a lo largo de mis relaciones, no he dejado de regalar partes de mi cuerpo a todo aquel que me las pedía.
_¿De quién es esa boquita hermosa?_
_¡Mía, pedazo de bofe! ¿La queres de verdad? ¡A los cincuenta años de casados te la regalo si de veras la queres, la puta que te parió!
No es fácil el no regalarse cuando estamos enamoradas pero es necesario, si de veras queremos saber las intenciones de nuestra pareja.
No hay nada peor que estar profundamente perdida en un mundo de chicle tuti-fruti, meloso, empalagoso, y sobre todo lleno de frases que al recordarlas años mas tarde, nos dan ganas de hacer un pozo en la tierra y no salir nunca jamás.
_Vos me vas a dejar de querer primero!_
_No, vos me vas a dejar de querer primero.
O peor aun….
_Yo te quiero más.
_¡No, tontis! ¡yo te quiero más!
_ No, por nada del mundo, yo te quiero mucho más.
_ ¿Y hasta dónde me querés?
_ Hasta el cielo amor mio!
_Ah! Pero yo te quiero hasta el fin del universo, ida y vuelta!
Aaaaaaaaaaah! Pero que horror. No hay nada más destructivo para el orgullo personal, que esa clásica competencia por decir quién quiere más al otro. Los momentos vergonzosos no son como otros errores, que se van olvidando y desapareciendo con el tiempo, al contrario. Cuantos más años pasan, peor se vuelven; y de esto trata mi regla número Dos. Con un claro ejemplo, como lo fueron aquellas bellas tardes de domingo, en las cuales el Julio se sentaba al lado mío en el sofá y colocando mis pies sobre su falda, sacaba la tijerita de bolsillo, la abría con mucho cuidado, como quien desenvaina su arma mas preciada, y me cortaba las uñas de los dedos de los pies. Hoy voy caminando por la calle, me lo cruzo al Julio, y al mirarlo a los ojos no puedo evitar ver su imagen cortándome las uñas de los pies. De golpe, me siento como desnuda en medio de un tumulto de gente. Cuantos años de aguantarse un pedito, esperando que el termine de comer y se vuelva al trabajo, para quedarme sola y poder largarlo. Cuántas técnicas para sacar el olor del baño desarrolladas por las esposas que sufrimos de maldicion estomacal... No lo sé, lo que sí sé, es que a lo largo de mis matrimonios no apliqué ninguna de ellas. Y esa es la confianza que nunca hay que regalar. Porque en la próxima guerra estas serán armas de combate, las mismas que el Julio esta utilizando en este momento, para desnudarme y avergonzarme en el medio de la calle, aunque nadie más lo pueda notar.
Con Mario no todo fue tan distinto. No nos tirábamos peditos en frente del otro, ni nos cortábamos las uñas de los pies, ni nos decíamos cosas chanchas en la cama (cosa que más de una nos hemos arrepentido de decir), y que lo descubrimos hoy, cuando aquellos momentos pasan a ser nuevas armas de guerra en nuestra contra. Con Mario teníamos lindas tradiciones. Como el estirar la mano y agarrarnos por un rato largo, mirándonos o charlando, o hacernos cosquillas con las narices mientras nos decíamos:_ chiqui-chiqui-chiqui-pichi-pichi. Y cuando crees que la situación no se puede poner más vergonzosa, terminamos mordiéndonos los cachetes del culo. Estas son las cosas que me hacen pensar de vez en cuando: ¿Soy digna de formular una reintegración social tal, habiendo personas en las calles que me hayan mordido el culo, que sepan como huelen mis peditos o me hayan cortado las uñas de los pies? Por eso, comenzaba a fundamentar mi regla número Tres: No crear intimidades lo suficientemente fuera de lo normal. ¿Esa pose que te enseñó aquella vez? Cada vez que te vuelva a mirar te va a imaginar en esa pose, simplemente porque puede, porque te vio hacerlo y nadie lo puede borrar. Al menos eso pienso yo.
Sí, se lo que se podría llegar a pensar, no soy ni frígida, ni histérica, ni mal llevada. Soy una mujer precavida. Mejor prevenir que curar, las heridas mueren pero no suelen cicatrizar del todo. Ahora, no es que me haya quedado en el baúl de los recuerdos, pero deben tener presente que nosotras también tenemos nuestras armas secretas, y me atrevo a decir que en ese tema, las mujeres solemos ser mucho más viles que los hombres. Nosotras no damos vueltas, pinchamos donde más duele, que generalmente suele ser su orgullo. “Andá, vos. ¡Impotente de mierda!” . Y así, con esa corta pero tan significativa frasecita, lo dejamos en pelotas en plena fiesta. La impotencia no solo es un problema que afecta profundamente el bienestar mental del hombre, significa también la incapacidad de satisfacer a cualquier mujer. No sólo a la suya, a cualquiera. Esa clase de exposiciones, son mucho más que dolorosas y dañinas al pasar los años, que al momento de vivirlas. ¿Cómo es posible llegar a amar tanto a una persona, que forme parte de vos, que sientas que te complementa en cada sentido, y de golpe, te lo encuentres quince años más tarde y no puedas creer que sea aquella misma persona la que te alzaba y te llevaba corriendo a la cama, la que te comía a besos antes de entrar a trabajar, con la que te peleabas cada noche para ver quien se levantaba a apagar la luz cuando quedaba prendida? Desaparecidos en el tiempo, quedan todos aquellos momentos, que sin darnos cuenta dejan un vacío, que no volverá a llenarse. Y acá es donde mas necesitamos concentrarnos.
Todos vamos a tener lugares vacíos, perdidas familiares, amistades rotas o amores fallídos. Pero hay espacios que llevan otro contenido, y nos llevan a crecer y conocernos a nosotros mismos. Esas son las cosas que quiero contar: Esta es la Marta que todos ansiaron conocer por tantos años, la que a partír de ahora, se va a develar...

                                                                CONTINUARÁ...

domingo, 15 de noviembre de 2009

4ta Parte

Ahora no se crean que todo en mi vida fueron historias de aprendizaje. La verdad es que no paso mucho tiempo más hasta conocer al nuevo hombre que pasaría por mi vida. Mario Larocha. Veintisiete años. Un metro ochenta y cinco, fuerte, fibroso, con una sonrisa que aflojaba cualquier vejiga. Si, lo se, soy una gorda prosti, porque casi sin darme cuenta, estaba pasando mi cuarta noche consecutiva en su PH. Lo nuestro fue pasión pura, simplemente nos sentíamos atraídos y no podíamos separarnos por nada. Nos reíamos y nos divertíamos como chicos y eso hizo del tiempo que pasamos juntos algo único y diferente a todo lo que había vivido. Mario, le daba otro rumbo a la concepción de hombre que me había hecho a lo largo de mi vida y se convertía en algo más que prometedor. El 8 de abril de ese mismo año, me estaba casando por segunda vez, convencida de que este sería el comienzo de una nueva etapa de La Marta. Y así fue, no pasó más que un año y medio hasta que una noche al llegar a casa con una barra gigante de chocolate, de la cual Mario era adicto, lo veo sentado con las piernas abiertas, la cabeza agachada y sostenida por sus manos. Me quede mirandolo sin decir nada, hasta que me miro y me dijo:



_Estuve pensando...Y bueno, creo que a vos te pasa lo mismo…¡Esto ya no va más!_


Esas pocas palabras, no sólo me hicieron saber que no, no solo que no me pasaba lo mismo, sino que me traía a la mente una recolección de imágenes, de un pasado que se convertía en presente de una patada. Por más que intenté que las cosas volvieran a funcionar Mario ya no me amaba y no había nada que yo pudiera hacer para cambiarlo. Cuando no se ama, simplemente no se ama, y nada puede forzarlo. Lamentablemente me costó un segundo divorcio, y una parte más de mi corazón que se iba con aquel hombre, con aquellos sueños y deseos de convertirme en su princesa, su reina, o simplemente suya.


Ahora no era de nadie. La Marta era ya una anécdota que todos comentaban por el pueblo. La gorda que no puede mantener un marido. Sin querer, o quizás queriendo inconcientemente, me había convertido por completo en aquel prototipo de Marta, el cual alimentaba día tras día frente al espejo a los ocho años.


No podía entender cómo era posible que no hubiera podido elegir el nacer para ser princesa, o tía soltera. Me llevo mucho tiempo hasta llegar a comprender que siempre tuve la opción. Yo sola me puse en un montículo ficticio creado por mi imaginación, eligiendo ser quien fui. De niña era mucho más fácil el creer que los sueños eran posibles, sólo hacía falta agarrar ese viejo lápiz de labios, pintarme, ponerme frente al espejo y listo, ya me encontraba en ese nuevo mundo donde finalmente estaba convertida en lo que tanto soñaba ser. No se cuando, o en qué momento específico, pero por ahí entre alguna mirada enamorada, ese sueño cambió. Mi mente se iluminó al darme cuenta de que todo este tiempo estuve buscando el amor. El príncipe que rescatara a esta gorda tetona de esta torre de pelo atascado. El compañero que iba a vivir junto a la Marta la historia de su vida, aquel que diera vida a sus anhelos. No sentía tanta conmoción desde la vez en que mi mamá me sentó en el vidé, y desde el inodoro me enseñó como debía ponerme un tampón.
En fin, era libre, una mujer que sabía lo que quería. Nada podía detenerme, era la mejor sensación en años. Mejor que fumarme un porro en la playa, mejor que comer chocolate después de una noche de sexo, aun mejor que un buen masaje en los pies.
Ahora soy una mujer mayor y llamarme Marta, Margarita, Lucrecia o Silvina, la verdad no me cambia en lo absoluto. Es una nueva etapa de mi vida supongo, en la cual la experiencia con el género masculino de golpe, ante los ojos de mis amigas, me convertía en una experta en relaciones maritales. Ahora La Marta, se dedicaba también a dar consejos de matrimonio. Solo me faltaba dar remedios caseros, y trucos para adelgazar comiendo mezclas de yuyos o curar el empacho con la cinta métrica y ya me podría consagrar por completo, como la Tía Marta. Aún no comprendo como alguien que fue abandonada, engañada, estafada e insultada tantas veces por tantos hombres diferentes, podría llegar a dar un consejo eficaz para mantener un matrimonio unido y feliz. Ellas, mis amigas, lo tenían todo, solo necesitaban las herramientas para lograrlo. Yo tenía las herramientas, pero nadie con quien compartirlas. Solo un sueño efímero, que se esfumaba en el viento, que ajustaba mi remera, haciendo más que evidente mi panza gorda y mis tetas a medio caer del peso. Estaban más altas, aun lo recuerdo, y más juntitas. No se cuanto, pero más altas y juntitas que ahora estaban, aunque ya no importaba. Seguramente se habían caído entre aquellos sueños y recuerdos que quedaron perdidos en el camino, junto a tantas otras cosas.
No se mucho de las cosas que hice bien en mis relaciones, pero si tengo muy presente cuales son las cosas que "No" hay que hacer. Esos son los consejos que sí puedo dar...

                                                               CONTINUARÁ...

domingo, 8 de noviembre de 2009

3ra Parte

Digamos que mi adolescencia culminó como una etapa expresamente política de mi vida, donde ya me consideraba como una mujer que ya había conocido el precio de un corazón roto, de la venganza y de la pasión. Que lo sabía todo sobre los hombres y que nunca, jamás en la vida, volvería a caer en sus trampas. Me duró aproximadamente hasta los 20 años, cuando vi por primera vez a Julio Giménez.
Julio no solo era un hombre con nombre de adulto, con lo cual me sentía seriamente identificada, sino que no era la clase de hombres que yo solía poder ignorar.
No era lindo, ni tenía lindo cuerpo. Pero era… diferente. Me llevaba 3 años, pero su intelecto parecía llevarme varios más. Será que estaba tan confiada de quien La Marta era, que me animé a vivir un romance incomparable. Al poco tiempo, El Julio y La Marta, eran uno solo. Éramos como mugre y uña, pan y manteca, pizza y cerveza, jamón y queso. Hacíamos los mandados juntos, cocinábamos, cenábamos, dormíamos, desayunábamos, nos bañábamos y almorzábamos juntos.
El 12 de enero de 1990 nos juramos amor eterno en la misma iglesia donde se casaron mis padres hace 40 años atrás. La boda fue única e inolvidable. Recuerdo como si hubiese sido ayer, cuando abrieron las puertas de la capilla y todas las miradas de los presentes se fijaron en mi. Me sentí completamente dueña y protagonista de mi propia película, pero solo duro un instante, hasta darme cuenta de que no me miraban a mi, sino al cierre del vestido que se habia bajado dejando al descubierto gran parte de la bombacha rosa que me regalo la tia Zulma como cábala familiar que no me atrevo a dar mas detalles por el momento. Tan rápido pude recobrar el control de mi vestido, fije mi vista al frente de ese gran pasillo lleno de flores que conducia hacia el altar. Y alli estaba Julio, mi Julio, con su traje marron heredado y su raya al medio embadurnada en gel, la cual lo caracterizaba. Ceremonia perfecta, fiesta de 8 horas, tías borrachas,  primos contando chistes verdes a quien se les acercase y mi consuegra saltando al son de la “bombacha veloz” agitando una matraca al viento. Definitivamente, después de tanto imaginarlo, “la Marta” había tenido la boda que tanto había anhelado.
Pero con el tiempo, las cosas comenzaron a oscurecerse. Ese joven Julio, prometedor, gentil, siempre sonriente, comenzaba a dejar sucias evidencias de amoríos ocultos durante nuestra hermosa relación. Nunca lo creí posible. Me sentí devastada. No podía creer que otra vez me pasara lo mismo. Nuevamente, un hombre se atrevía a romper con frialdad y frivolidad, el corazón de La Marta, la mujer que le había prometido la vida entera, sin dudarlo.
Al volver a pensar en eso, me siento tan tonta. Como una cree a veces que las cosas malas solo pasan en los noticieros y en las novelas mexicanas. Toda mi niñez fue mi deseo convertirme en ”La Tía Marta”, pero con el tiempo, ese ingenuo sueño, se fue convirtiendo en poder encontrar a ese príncipe que toda princesa espera en una alta torre, para ser rescatada. Pero sin planearlo, y con mi primer divorcio en puerta, solo podía ver un futuro como el que había imaginado desde chica.
¡PEGÁME Y DECÍME MARTA!_dice el dicho común. ¿Podes creer la puta madre que hasta en los dichos esté destinada a la violencia? ¿No podía ser “Pegame y decime Raquel, Paula o Patricia”? Definitivamente cada mínimo detalle contribuía a que aquella luz, que alguna vez me acompañó, se viera totalmente opacada por una cortina de tristeza, confusión, angustia y dolor.¿Cuántas chicas de 21 años divorciadas existían en el mundo? Seguramente escasas, y yo era una de ellas. Pasó un tiempo largo de sentirme una fracasada, una tremenda pelotuda. Pero un día, me levanté temprano, y me fui a visitar a Carla. Hacía mucho tiempo que no la veía. Desde que me casé con Julio, perdí rastro de todas mis amistades, las llamaba cada tanto, pero cada cual estaba con importantes cambios aconteciendo en su vida, y la amistad, tomaba un espacio menor en esos planes.

Resultó ser que no se había casado, pero si estaba juntada y esperando una nena. Así es, al fin Carla tenia un buen motivo para tejer macramé. Y no hizo falta que yo se lo dijera. La primera hora de mi visita, fue sólo dedicada a mostrarme todos los escarpines, saquitos, pantaloncitos, medias, mantitas y otra gran cantidad de ropa extremadamente horrorosa que había tejido para la pobre criatura, que iba a tener que aguantar durante su vida, los ataques de ansiedad textil de su madre. A mi me tocó llamarme Marta, a otros les tocan madres como Carla.
En fin, ese tiempo junto a ellos, me hizo notar lo mucho que extrañaba el sentirme amada. Corto el tiempo o no, comencé a recordar de los muchos buenos y divertidos momentos que Julio me regaló a su lado, y que nadie me podría quitar...
                                                                       CONTINUARÁ...

domingo, 1 de noviembre de 2009

2da PARTE

Paso número  UNO: Debía abandonar aquellos exquisitos y maravillosos turgentes vigilantes de jamón y queso. Quedarían prohibidos los paquetitos de palitos salados de diez centavos, y todo otro tentempié que habituaba a comer durante el tiempo que la maestra no me veía. La Marta comenzaba a sentir cosquillas que no había sentido antes y comenzaría a tratar de rascarlas aunque no supiera por dónde comenzar.
Esas cosquillas se llamaban Matías Bouchard. Todavía puedo sentir el aroma del aula impregnada de olor al Axe, en el cual se bañaba antes de entrar al colegio. Matías no era como los demás chicos, siempre iba en contra de todas las modas o corrientes. Rebelde, nunca llevaba las tareas hechas, y siempre tenía un comentario chistoso para cada situación. Yo me sentaba en la mesa detrás de el, y no había momento más glorioso que cuando levemente giraba en su silla, me miraba con sus brillantes ojos negros, y apoyando sus bellas, sucias y lastimadas manos en mi escritorio, me pedía la tarea hecha. Yo, como toda chica babosamente enamorada, obviamente se la daba. Y así comenzaron las veinte semanas más felices de mi adolescencia. Por primera vez en muchísimos años, me había olvidado completamente de aquel personaje risueño, para convertirme pura y exclusivamente, en una loca y desesperadamente miss futura señora de Bouchard. Veinte semanas… aún recuerdo aquel último día de amor. Entro al salón, y veo a Matías sentado en su lugar, pero a su lado, no se encontraba más Pablo, su mejor amigo. Pablo no era solo un amigo. Era su compañero de mesa desde segundo grado. Eran inseparables. Para cualquier broma, chiste, o salvajada, siempre estaba el otro al lado para festejarle, cubrirlo o acompañarlo. Ahora Pablo, se encontraba en otra mesa. Y en su lugar, estaba Agustina Blanco. Haciéndole sonrisitas y dibujando corazoncitos en las hojas de la carpeta de Mi Matías. Aunque roja de la furia, logré contenerme y no abrí la boca ni para tomar aire. Como todos los lunes, sabía que llegaría el momento en el que Matías me pediría los  deberes hechos, y yo, esta vez, como toda una mujer decidida y dotada de personalidad, no solo no se los daría, sino que también le daría una cachetada, enfrente de todos, para que aprenda de ahí en más, que esas cosas no se le hacen ni a una Marta, ni a ninguna otra mujer.
Está por llegar la maestra, y noto que levemente rota en su silla. Me mira, apoya sus manos en mi escritorio, y me pide la tarea, como era de esperar. Pero no pude pronunciar ninguna de todas las palabras que tenía pensado decir. Tanto ensayo, tanto planear y pensar, para terminar profunda y fuertemente perdida en la luminosidad de sus bellos ojos negros.
Porfa, ¿no me pasas la tarea del viernes Martita?_
Si, acá está._ dije. Sin ninguna complicación. Estúpida e idiotizadamente ridícula.
A los 15 segundos, veo como mis hojas no solo pasan por las manos de Matías, sino también de su nueva “amiguita” Agustina. Fue tan fuerte la rabia y la impotencia, que sentía que mis ojos estaban bañados en sangre. Podía sentir el calor de la bronca en mis mejillas. No podía dejar de mirar el largo pelo que “Agus”, agitaba de lado a lado, perfumado y brillante. Esperé a que esté concentrada copiando mi tarea en su carpeta, saqué mi tijera del segundo piso de la cartuchera y le corte la cola de pelo desde lo más arriba que mi habilidad pudo lograr. Tras gritos, lágrimas, arañazos, y cachetazos que volaban al viento, la maestra me tomó bien fuerte del brazo y me llevó a la dirección. Esa fue la última vez que vería a Matías Bouchard en el mismo aula que yo. Tras llamar a mi mamá para contarle lo sucedido, le informaron que “esa clase de comportamiento no era aceptada por la institución y se veían obligados a restringirme la educación en sus instalaciones”. Me echaron al carajo para ser más específica. Pero nunca olvidaré aquel dulce sabor, aquella plena sensación al ver a Agustina Blanco, con la cabeza como gallina atacada por los perros, y la cara llena de lágrimas al perder, aquel, su único encanto. Hace poco me enteré que tiene cinco hijos, que está gordísima y es la manzanera del barrio donde vive soltera. También escuche que es una nutricionista muy exitosa y esta haciendo un master en Washington. Pero me gusta más la primera versión.
Pasaron muchos años durante los cuales mi corazón roto no pudo dejar de sufrir por aquel amor frustrado. El engaño, hace de la mujer un ser más fuerte, más independiente. Aquella mañana, no solo le corte el pelo a Agustina. También había cortado a aquella “Martita”, que hacía favores sólo por una  mirada. Había cortado con un camino que solo me apartaba más y más de quien yo realmente sentía ser.
Eran mis últimos años de secundario, y casi sin planearlo, La Marta ya tenía su primer “ex”, al cual criticar y maldecir en diversas charlas con amigas.  Bueno, amigas… no tenía muchas, pero con las que tenía era más que suficiente. Carla, era una viciosa del macramé. Se la pasaba tejiendo toda clase de cosas inútiles en punto macramé que su abuela le había enseñado en las vacaciones de invierno. Cada cosita que me regalaba yo la metía en una bolsa negra de la basura que tenía en el ropero. Cuando llegué a juntar muchos, los tiré a la basura entre un montón de otras cosas sin que nadie se diera cuenta. Maldita mi suerte, que justo esa noche, unos vándalos intentan entrar a mi casa, rompiendo el portón del garaje. Con el ruido y el alboroto, muchos vecinos deciden soltar a los perros para asustar a los delincuentes, los cuales huyen. Tras varios minutos de conmoción, la visita de la policía, y todo el paquete,  se vuelve a hacer el silencio y me quedo dormida a los pies de mi cama. A los tres días, Carla me invita a su casa para cenar y me dice que me tiene una noticia increíble. Parece que es muy secreta, ya que me lleva a su cuarto, y cerrando la puerta sigilosamente, me mira con cara de tía pellizcacachetes, y me dice:
_No te dije nada, pero…la mañana siguiente al robo de tu casa, te fui a visitar  y encontré a unos metros la mayoría de los tejidos que te había regalado. Se ve que fue de lo poco que se llevaron pero lo han tirado en el camino mientras corrían. Me imagine que no me querrías decir nada para que no me sintiera mal, por eso los lavé y te llamé para entregártelos.-
No lo podía creer. Seguro que algún perro de mierda había revuelto la basura desparramando todos los macramé, que como maldición diabólica, volvían a mis manos, esta vez multiplicados, y no había forma de rechazarlos.
Nunca supe si realmente fue eso lo que Carla creyó del robo, o si se dio cuenta que los tiré y me los devolvió a propósito sólo para cagarme y vengarse por lo que yo había hecho con sus regalos. Tampoco me animé a volver a conversarlo. La Marta necesita de amigas como Carla, que tejan macramé y siempre dispuestas a decirnos que lindas estamos aunque no sea cierto....
                                   CONTINÚA  EL 8 DE NOVIEMBRE...
 

martes, 27 de octubre de 2009

Las Confesiones de una Marta! 1ra Parte

Desde bien chiquitita ya tuve, en cierta manera, una clara definición de lo que iba a ser el trayecto de mi vida. El solo hecho de que mis padres me hayan nombrado “Marta” ya me dotaba de una serie de connotaciones y facciones que una Marta tiene que tener.  No era fácil llevar un nombre tan etiquetado, tan de adulto a los 8 años. A esa edad para mi, una Marta, era la peluquera del barrio, la vieja chusma de enfrente, la directora de la escuela o alguna tía segunda.  Por lo que me vi forzada desde un principio a obtener una percepción de la realidad muy diferente a lo que otras niñas tenían. Claro, para una Jennifer, todo era color de rosa. Jennifer es nombre de princesita, de niña mimada, o de prostituta travesti, pero a esa edad, aún no sabía en que consistía ninguna de las dos cosas. A Jennifer también la podías apodar Jenny, y seguiría sonando como una princesa. Pero para mí, el intentar acortar mi nombre, solo podía tener un beneficio: que me lo cambies por completo; porque ningún diminutivo podía mejorar las cosas.
Así pasaron los años más duros de mi niñez. Viendo como mis compañeritas, Agustina, Jennifer, Micaela y Jessica, soñaban con encontrar a un príncipe como el de los cuentos, paseando como muñecas en autos escarabajo color rosa y jugando a tomar el te. Pero yo, era una Marta. Por lo tanto, tenía casi asumido, que  había nacido para algo mucho mas complejo.
El ser lo que debía ser, exigiría de mucha concentración, dedicación y responsabilidad. Si iba a ser una tía segunda, debía aprender muy bien a cocinar, hacer manualidades, pintar flores en delantales de cocina, y hacer figuras en porcelana fria.  Una Marta, por sobre todas las cosas esta infinitamente dotada de personalidad. Por lo general, una vida atareada, con muchas historias de vida para contar, y además me convencí a mi misma, de que una Marta, debía haber tenido por lo menos 3 maridos diferentes.
Ya mis juegos no pasaban más por el papá y la mamá; por dale de comer al nenuco, o preparar tortas de tierra y pasto. Ahora me pintaba los cachetes con un lápiz  de labios rosa fuerte que le había robado a mi mamá, me envolvía en un chal marrón y naranja de la abuela  y pasaba largas tardes frente al espejo chismoseando con mi propio reflejo, con una carterita de plástico colgada de  mi antebrazo y una bolsa de hacer los mandados en el otro.  Poco a poco, mi Marta se iba perfeccionando, y me sentía cada vez, un paso más cerca de llegar a ser aquella mujer, la cual constituía mi único destino aparente.
Así pasaron los años, y no pasaron en vano. Poco a poco, mis juegos pasaron a ser una gracia para mi familia, que disfrutaba de verme actuar como una señora adulta. Pero cada día me sentía aún más apartada de cualquier otra niña de mi edad en la escuela y en el barrio.
Digamos que nunca fui una chica linda en la escuela. Habré tenido mis cosas, pero no fue en lo absoluto mi rol social. Los varones se dedicaron solo a ignorarme por completo. El ser La Marta (porque el prefijo “La” viene casi como añadido),  y que los alimentos que consumía se concentraban mayoritariamente en la zona abdominal, no me hacían de algo muy sobresaliente. Siendo sincera, lo único sobresaliente que tenía a los once años era la panza, y mis grandes dotes para representar a una mujer adulta divorciada. Pero sólo duro un corto período. Al llegar a los doce años, algo más que mi panza comenzó a sobresalir y no eran mis dotes actorales. Sin haberlo esperado jamás, fui la primera chica de mi curso en crecerle las tetas. Parece ser que las “chichis” se consumieron los alimentos que alojaba en mi panza, porque a partir de ese momento, cuanto más se me  achicaba la buzarda, más me crecían los pechos. De golpe, ellas se llevaban toda la atención de las clases. Los recreos eran ahora, los diez minutos más atesorables de la jornada, y ra el momento justo para hacer uso de mis dos nuevas amigas. Sólo hacía falta ponerme bien cerquita del chico que estaba por delante mío en la fila del quiosco, rozarlo con mis nuevas bellas y turgentes tetas para que abra paso y me ceda el lugar para así obtener mi rico, esponjoso y sabroso vigilante con jamón y queso. Ahora con 6 minutos extra para saborearlo con toda pasión. Esta aparente ventaja, trajo también sus contradicciones. Parece que el vigilante de jamón y queso trajo algo más que satisfacción a mi vida, y me dejó ni mas ni menos que con 14 kilos de sobrepeso, con los cuales hasta hoy día sigo lidiando por bajar.
Perfecto. Ahora no solo era “La Marta”, o  “La Tetona” para los que no me conocían tanto, sino ahora también “La Gorda”. Parece ser que de chicos, la tendencia a etiquetar a los demás por sus cualidades físicas, o personales, es casi inevitable. La gorda, el flaco, el choclo (para el que sufría de acné), la machona, el rengo, entre otros...  Para muchos, esos apodos, llegaban a ser problemas sumamente graves para la salud y su bienestar mental. Para mí, todos esos adjetivos,  no eran más que halagos. Yo era “La Marta”, y estaba muy orgullosa de ello. Había logrado fama en la escuela. No había quien no me conociera, fuere por La Marta, La gorda, o la Tetona, todas las imágenes se dirigían hacia mi, y pensaba hacer uso de aquel regalo de Dios...
                          CONTINUA LA PROXIMA SEMANA...
 

martes, 13 de octubre de 2009

Esta semana me hago un espacio para recomendarles una obra que realmente vale la pena leer. Criticón y desconforme como soy, me ha hecho reir a carcajadas en el colectivo o donde me encontrase leyendolo. Auténtico y extremadamente sincero. Hernan Casciari, es el narrador virtual más leído en lengua española. Sus textos, escritos en directo frente a miles de lectores, han impulsado la Blognovela. Su primera obra online,"Más respeto que soy tu madre", fue leída por más de cien mil internautas en todo el mundo.



El gordito Casciari arruinaba las fotos. Le pasó desde la infancia y sufrió hasta hoy, que se atreve a contarlo en esta novela. Con el tiempo le decían el Gordo Casciari, a secas.
   Se había convertido en un adolescente que arruinaba, sin querer, los momentos importantes de su vida.
El pibe que arruinaba las fotos, además de ser una historia irónica y diverttida, es la mirada de un niño que descubrió en la escritura el único sitio donde "todavía es posible creer en un pasado mejor".


5 chicocomun para esta excelente novela!
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domingo, 4 de octubre de 2009

CUANDO ERA GRANDE


Caminando, me di la vuelta y me encontré con un niño. Un niño con una gran sonrisa. Con las manos llenas de tierra, porque no temía jugar con ella. Con la ropa un poco sucia, porque no temía manchársela jugando, disfrutaba de cada instante sin prejuicios y sin temores. Sin miedo de ensuciarse, de mojarse o de embarrarse. Me contaba que creía en toda clase de cosas mágicas. Y que todo lo que soñaba el lo podía hacer realidad. Le pregunte: ¿Y como es  posible eso?, a lo cual con una mirada brillante me respondió: Haciéndolo. Solo haciéndolo.
Desde aquel día y esa corta conversación, solo pude pensar en ciertas cosas. Aquel niño, no temía ensuciarse, si era para jugar, reír y divertirse; no temía ensuciar sus manos para crear y volar con su imaginación. Podía convertir tierra, en oro, agua, en manantiales, nada era demasiado, y lo poco, era suficiente.
Vuelvo a darme la vuelta, y miro frente al mismo espejo. Aquel niño ya no se encuentra, y muchas de las ilusiones que con el llevaba,  han desaparecido.

Ambiciones, frustraciones, corazones endurecidos. Imágenes que se nos pegan, y nos hacen notar que hemos crecido.
Quiero volver a meter mis manos en el barro, sin pensar en las consecuencias, mas allá de ser feliz haciéndolo. De decir “te quiero” sin dudarlo, y volver a darlo todo, por aquellos que más me aman. Jugando e imaginando, y volver a pensar que todo es posible, que solo tengo que HACERLO.  Y que el ser GRANDE, no tiene nada que ver con ser realista, los sueños se pueden realizar, pero el primer paso siempre será el SOÑARLOS.
Sin sueños, sin ilusiones, no hay proyectos que hacer realidad. Y el alma comienza a envejecer, y ese niño deja de creer.
. Quiero mirarme y saber que sigo siendo el mismo, Jugando, soñando, creando, y no dejar de esperar las cosas más imposibles. Siempre recordando, aquel secreto que tuve cuando era un niño.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LOS CREADORES DE EMOCIONES




Somos la mayoría de las veces creadores de emociones y sensaciones. Queriendo y hasta sin querer, mostramos con pequeños hechos, indicios de lo que pretendemos hacer sentir a la otra persona.
Todo comienza en el restaurant. Cuando entre conversaciones, risas y garabatos, un arduo silencio entra a la mesa cuando un niño, sucio y flaco, con cara de tristeza, con simulada vergüenza se acerca y pone arriba de mi plato una tarjetita. Y no es cualquier tarjetita. Es una decorosa ilustración que impide retirarle la mirada por unos instantes. Siempre el dibujo de algún animal con cabeza gigante. Con ojos enormemente brillosos, casi llorosos, pidiendo con desesperación por un poco de amor, cariño, o aceptación. Acompañado claro, por alguna frase con expresiones mexicanas, que intenta conmovernos, tales como “Lo eres todo para mi”,  “Llenas mi corazón”, “Solo contigo puedo ser felíz”...
Si a todo esto le sumamos la cara triste que nos trae el muchacho, su vestimenta y demás “uniforme laboral”, nos podremos dar cuenta de la Gran Inmensidad, Organización y Complejidad que estas empresas editoras de “tarjetitas sentimentales” posee. Y es aun peor..

Porque JAMAS les quiero dar una moneda… primero porque la tarjetita sera muy linda pero no sirve ni para regalarla, a no ser a un enemigo, ni para conservarla.
Pero volviendo al conjuuuuuuuuunto, de dibujiiiiiito, rooooooopa, hammmmmbre, pobreza aparentttttttttte del niiiiiiiiño, etc., etc., etc.,etc.,etc., es imposible no sentirte una MIERDA por no darle una monedita. Pero no es por el nene, ni por la tarjeta, es POR TODO el conjunto. BASTA DE DAR LASTIMA. Y al frente con la actitud! Que para lastima estan los animalitos sentimentales.
 GUACK!!!!

sábado, 19 de septiembre de 2009

A PRIMERA VISTA...



Sí… Yo se que hable mucho de lo que el amor duele, y de lo cursi del romanticismo… De lo boludos que somos al querer ir de levantes, etc., etc., etc.…
Pero hay otro lado que resulta ser bastante más complejo y difícil de expresar. Mas interesante, de esos que pueden alegrar cualquier día, no importa cuan malo sea.


Cuando al ver a una persona por primera vez, puedo notar que mi ritmo cardiaco se acelera, ya puedo saber que algo extraño comienza a ocurrir. Cuando no podes dejar de mirar, cuando cualquier roce te hace volar hasta la luna. Cuando se te dibuja una sonrisa que no la podes borrar con nada… En fin, cuando terminas hecho un reverendo pelotudo, porque te reís de cualquier cosa, cada mínimo chiste que haga, y te enterneces por cada uno de sus movimientos, creo yo, que es cuando no tenes que dejarlo escapar. Sin duda, es lo mas difícil de encontrar, y las cosas no suceden porque sí.

Vas a soñar, vas a pensar, y no vas a ver la hora de volver a ver a esa persona que con solo un instante te dio todo lo que necesitabas, y te hizo sentir completamente lleno de felicidad.
Ahora… hay dos pasos a seguir: o te resistís y te alejas, evitando dolores, millones de risas, millones de lagrimas, peleas, chistes, de quedar como cualquier palabra que quieras que termine con –udo; o te arriesgas, y comenzas a vivir una de las experiencias que te cambiarán y harán un nuevo antes y después en tu vida. El temor es el peor enemigo, por el, solemos tender a perdernos de las cosas mas maravillosas de la vida. Nos alejamos, y nos perdemos en las cosas que nos dan seguridad... y la verdad es que no hay nada mas seguro que las cosas que realmente vale la pena vivir...


Dijo la madre de Forest que la vida es como una caja de chocolates, y que nunca se sabe lo que nos va a tocar…Yo digo que son solo unos cuantos chocolates, y que entre ellos esta el indicado, el diferente a todos los demás, el preferido, el que vamos a preferir y querer para el resto de nuestras vidas. Si este es un chocolate de esos pocos, y pudiste sentir un poco de todo lo que te hable, puede que sea aquel único e incomparable, el que te acompañe para el resto de tus días. Si nunca lo pruebas, puede que pase y no te vuelva a tocar. Al fin y al cabo, a todos nos gustan los chocolatitos ;)



martes, 15 de septiembre de 2009

COMO EL C * LO!

No puedo comprender por qué la gente se molesta cuando al preguntarme como estoy les digo que MAL!

Si ando MAL, por qué les voy a decir Bien? O es que me lo tengo que repetir a mi mismo a ver si me lo creo? Como cuando me digo que me voy a contar un chiste que no me sepa a ver si me rio?

DE NINGUNA MANERA. Hay que aprender a bancarse las cosas tal cual son.

El estar de tal forma, es una elección. Como cuando decimos: Estoy ofendido por culpa de Juana que me hizo…

NO! No existe estar ofendido o enojado, o triste por culpa de nadie! Yo estoy como quiero y nadie tiene el poder para interferir en como me tengo que sentir. El sentirse de una forma, es una elección propia. Por eso deja de culpar a quien sea por sentirte como te sentís, y elegí hacerlo como más te guste.

Y si ahora estoy mal, lo estoy porque yo quiero. Y si estoy feliz, lo estoy porque yo lo elegí. De modo que lo que me digas o lo que me hagas, no puede afectar a como me tengo que sentir.

Cuantas veces le hemos preguntado a alguien: ¿Cómo estas? Y nos responden: Bien!... pero lo dicen con una cara de culo terrible, que hace evidente que ese no es el estado en el que se encuentra, si fuera así ,yo, por mi cara, tendría que ser el hombre mas feliz del mundo, con palomas y papelitos de colores cayendo sobre mi durante horas, con chicas y conejos a mi alrededor saliendo detrás del gran arco iris de colores que sobresale como aura que rodea mi sonrisa… en fin…

La verdad por más que duela. Disfrutemos de cada momento, aún cuando nos pregunten como estamos, disfrutemos de decirles: COMO EL CULO! Al fin y al cabo, solo uno mismo lo puede cambiar, pero cuando tengamos las ganas de hacerlo, en todo caso te diría bien…

martes, 8 de septiembre de 2009

"EL LEVANTE"

Todavía no puedo entender por qué algo que me hace sentir tan enterrado en las profundidades de la tierra, se puede llamar Levante.
Desde los primeros, a los últimos; de los más originales a los más vulgares; de los buscados, a los ocasionales. Nunca, pero nunca, he podido lograr sentirme cómodo realizando tal artística tarea.
Lo más fácil es el comienzo. El paso uno:
1- Me gustó.
Fin del paso uno.
2- Decidir la excusa para acercarse y comenzar la conversación.
Ya este paso implica el comienzo de una ráfaga de adrenalina que comienza por debajo de mis brazos y se extiende hacia todo el resto de mi cuerpo. Dejándome incapaz de realizar movimientos naturalmente frescos o limpios. A pesar de todo esto, aparece la excusa. La razón más adecuada, para realizar el movimiento de acercamiento y primer contacto con la persona elegida.
3- REALIZAR DICHO MOVIMIENTO. Si, lo sé, suena fácil no? Pero en promedio, la sociedad masculina tarda desde el primer vistazo, hasta el acercamiento, de unos 15 a 35 minutos, en realizarlo, según los factores que rodeen la situación (escotes, elasticidad de la vestimenta, alcohol ingerido, intensidad de las luces, amigos, amigas, y público alrededor).
4- Comenzar el diálogo.
IMPORTANTE: Este es el paso en el cual el 97% de los levantes llega a su fin. Y se debe a la gran importancia de estas primeras palabras, las cuales dan lugar a la primera impresión que la otra persona tendrá de nosotros.
Y es esto lo que realmente desata una corriente de sudor, nervios, temblores y adrenalina pura por mi cuerpo. La mayoría de las veces, el paso 3 es el final de mi historia. Y cuando logro cruzar el paso 4, nunca, pero nunca, sale de la manera en que se dibujó en mi mente. Generalmente, al estar fuerte la música, nunca escuchan lo que digo por primera vez. Así que siempre hay que repetirlo, cosa que me hace sentir un idiota. Porque pensándolo bien, no era tan importante, o tan especial lo que le iba a decir… o sea, no junté valor durante 35 minutos para que al momento de decirlo no me escuche. Y no tengo otros 35 minutos más para estar parado ahí al lado juntando valor para volver a decirlo. Ese es el momento. Y al repetirlo, esperamos la respuesta, que puede que no llegue, y si llega, pueden suceder dos cosas:
Aparece una sonrisa en la otra persona quien se acerca más para que puedas escuchar y comienza una fluida conversación, que te asegurará el éxito. O…
Que se de vuelta, y siga charlando con los que tiene a su alrededor, ya sean sus amigas, o cualquier otra persona que este cerca, no importa, con tal de mirar hacia otro lado y darte el tiempo, espacio y comodidad para que te retires.
No tenemos cola como los perros, pero se puede hasta sentir que si la tuviéramos, estaría entre nuestras piernas. Y así caminamos hacia donde estábamos, mientras que ocho mil ojos nos siguen con la mirada al ver tal desastroso hecho.
Muchas gotas de sudor, muchos discursos dichos y muchos tantos que han quedado sin recitar, y la misma conclusión que todos comparten: No importan las palabras, no importa la ropa, ni el momento, ni ningún factor externo a vos mismo. Si tiene que ser, va a ser. Y sino, no tendría que ser. ¿Trillado? Puede ser, pero por algo lo es.
Así que la próxima vez q tengas un “levante”, piensa en que las cartas ya están tiradas. ¿Con qué actitud las vas a levantar?

sábado, 5 de septiembre de 2009

A TODO AQUEL QUE HA SUFRIDO POR AMOR

Hoy es un día especial. Un día más, pero diferente. Este día va dedicado a todos aquellos que han llegado a sentir lo que tantos añoran. Miles de historias he escuchado, miles de historias he presenciado. Nada mas doloroso, y nada mas que valga tanto la pena. Como decía, dedico este día a todos aquellos que alguna vez, han sufrido por amor.

Historias tristes, historias conmovedoras. De las que hacen reír, y las que hacen llorar. Así como los recuerdos que llevamos dentro de aquella persona que paso a formar parte de cada fibra de nuestro cuerpo, haciéndose así, inolvidable. Nos cambia, nos madura, nos ayuda a crecer y así, a aprender a querer.

Pareciera que al encontrar a aquel ser, todo esta al alcance de nuestras manos. Y aun recuerdo aquella primera vez que me sentí de esa manera. Tenía 12 años, y un mundo de conmociones en mi interior.

Ella era maravillosa, diferente a todas las demás. Y a la vez, tenía todo lo que las demás debían tener. No importaba el chiste que hiciera, para mi era el mas gracioso. No importaba a donde me haya invitado, para mi era el mejor de los lugares. Fuimos los mejores amigos, pero aun así, jamás pude decirle lo que realmente sentía por ella.

Una tarde, al salir de la escuela, hicimos una larga caminata de paseo juntos. Lo recuerdo cual si fuera ayer. Era la tarde en la cual estaba dispuesto a confesarle mi amor. El brillo de sus ojos al mirar a los míos hacía que mi corazón palpitara cada vez más fuerte. El roce con sus manos me hacían sentir volando por encima de la vereda. No podía decirlo, así que lo escribí en un papel. Pero fue demasiado. Y la timidez, y el miedo profundo al rechazo, me hicieron retroceder, y así esa tarde término y ese amor no fue confesado. Paso la tarde, paso la semana y pasaron los años.

Nunca supe lo que hubiese pasado si me hubiera animado a darle aquel papel…

Y así fue como todo quedo enterrado entre cenizas, marcas, cicatrices que quedan en el corazón.

Pasaron muchos años más hasta que otra persona lograra pasar esa barrera en mi vida y lograr que esa mezcla de sensaciones y sentimientos vuelvan a aparecer. Fue lindo? Fue hermoso. Llore? Litorales. Y sufrí como nunca lo había hecho. Y el dolor que punzó mi alma me hacia sentir que ya nada seria igual, que nada mas valía la pena.

Si es amor, siempre duele. Hay que jugarse a vivirlo plenamente. Sea correspondido, o no lo sea, te abrirá el corazón y te enseñará a amar a aquella persona que esta esperándote. Seguramente resurjan en tu cabeza momentos únicos que solo tú sabes, que solo tú comprendes, y que nadie más puede llegar a comprender. Ahora, sin que haga falta explicarlos, quiero decirte que te entiendo. Porque si alguna de estas palabras te llegan, significa que eres uno de los que se han jugado por amor a pesar de todo. Y esa es la verdadera felicidad. El sentir que queremos que se termine rápido, y que nunca se termine. Que nunca hemos llorado tanto, y que nunca hemos reído de esa manera. Que nunca nos hemos sentido tan solos, que nunca hemos estado tan acompañados. La verdad es q nunca estuve tan triste, y nunca fui tan feliz como aquellas tardes de noviembre. Con esas largas caminatas, con esas risas, con esos llantos. Hablando sin parar por horas, y mirándola a los ojos por tantas otras sin emitir ninguna palabra.

Si has podido llegar a vivir estos sentimientos, significa que te has animado a vivir. Que te has animado a descubrir una nueva etapa de tu vida, y de ti mismo.

Si has podido llegar a comprender un poco de todo esto que he compartido, sabrás que cada mínimo detalle, ha hecho que todo valga la pena.

El amor se cura con amor. Y somos seres destinados a morir amando. Así que no te guardes nada. Ni siquiera si está escrito en algún papelito. Al fin y al cabo, será el comienzo de uno de los momentos más atesorables que tendrás en tu vida.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL METEPATA

Hoy me levante bien…me levante bien. El sol brillaba del otro lado, así que sin mirar el reloj pude sentir la paz de pasado el mediodía. Casi podía olfatear el buen humor que podía llegar a sentir.

Me levante, bien. Bastante bien. Hoy me voy a caminar a la costa, me dije! Había buen clima en mi interior. No hay escuela, no hay tareas, solo yo, y mi día libre y bueno nada, me sentía bien.

La rambla era mi escenario, y yo el protagonista de este video clip que sonaba al son de la música al seguir mis pasos. Lo se, no todo es lo suficientemente perfecto en la vida como para durar mas de diez minutos sin arruinarse. Y la mayoría de las veces no depende solo de vos, sino de objetos animados o inanimados que nos rodean cercana o no tan cercanamente.

Podría ser el pisar caca, o el tropezarte delante de mucha gente.

Si te agachaste a buscar algo y tu pantalón se descosió, si el viento soplaba fuerte y tu peluca se voló. Si tu chicle se escapó, o quizás algo más. Si tosiendo algo mas se salió. Si te reíste de su abuela, y su abuela se murió, quiero que sepas, que te entiendo. Y que no estas solo en el mundo. Que eres parte de un selecto y especial grupo de personas destinadas a vivir bajo el efecto de la adrenalina , los calores y el malestar social. De los que por algún motivo y a la vez sin ninguno en especial, hacemos de momentos simples, algún recuerdo aun mas interesante. Tengo ganas de insultar, quizás de preguntarme ¿por qué yo? Y la verdad es que después de tantas cosas, después de tantos “momentos” como estos, no me queda otra que reír. Soy el resultado de mis calores, de mis metidas de pata, que parecen formar parte de mi existencia, y tuve que aprender a disfrutarlo. Al fin y al cabo, son momentos que he aprendido a atesorar. Soy torpe, soy mete pata, y he aprendido a disfrutarlo.

lunes, 31 de agosto de 2009

¿Qué te pasó en la cara?

Muestra de que la adolescencia comienza, de que nuestro cuerpo comienza a cambiar, del comienzo de una etapa única… los granitos. Propiamente llamado acné. Símbolo de mi juventud y aún unos años más.

Nada más desafiante que comenzar el día, mirarme al espejo, y descubrir que un nuevo granito habitaba en mi rostro cual si fuera un campo minado. A pesar de sonar chistoso, lo juro que no lo fue para nada. Y menos lo era el limpiarlos. Con pus, o los rojitos, los grandes y los chiquititos. Todos formando una gama de colores y texturas en un solo lugar.

Llega un punto en el cual uno comienza a pensar: ¿Qué es lo que yo hice para merecer este mar de acné en mi cara? ¿Cómo saldré a enfrentar al mundo? Y es cuando nos auto-convencemos, de que somos mucho más que una cara llena de granos. Que debemos hacernos valer por todo lo que somos, y que todos tuvieron granitos, por lo que no debería llamar tanto la atención de los demás. No debería…No debería.

Y es así como a los pocos minutos de salir de mi casa, un nene de unos 8 años me mira, se acerca, frunce las cejas y me dice…

¿Pero qué es eso que tenes en la cara??

En ese preciso instante, toda esa seguridad, la fortaleza y el poco autoestima que me quedaba, se cayeron a las profundidades abismales de la tierra, para dejarme casi boquiabierto y lleno de pena, ira y frustración. Pero aún así, con una pronta respuesta:

Son granos. Que a vos te van a salir en 4 años y vas a tener la cara igual que yo.¿ Qué bueno, no?

Muchas situaciones como esta. Muchos momentos como este. Muchas mañanas frente al espejo luchando contra este enemigo. Y contando cuántos nuevos habían salido esa mañana. Intentando mirarme con la vista nublada para verlos menos. Cuando le hablás a alguien y te das cuenta de que no te esta mirando a los ojos, sino que mira atentamente hacia ese grano, con miedo, con cautela, nunca lo sabremos, pero lo mira... es alli cuando comenzamos a creer que ya nadie volverá a mirarnos a los ojos.

Cuando vas a comprar y el la del mostrador te mira y te dice: A mi hija le pasa lo mismo... Y yo pienso y le digo, ¿Que, tambien la mandan a hacer los mandados?

Y me responde: No, tambien tiene la cara llena de granitos!

Pero la puta madre. Era necesario?. Aun peor cuando comienzan a nombrarte las mil y una soluciones posibles segun las abuelas, tias, libros, etc.
No probaste pasandote limon?¿ No te haz pasado aloe vera? ¿No intentaste con sal? ¿Con jabon blanco? ¿Con pasta de dientes? PARAAAAAAAAAAAAAAA. De la nada me convertí en un fenomenocon una cara dispuesta a cualquier experimento. La gente tirandome soluciones como si les doliera el mirarme, rogandome en su interior que POR FAVOR HAGA ALGO para no tener que verlos más. Ya no se si era un favor para mi, o para ellos mismos.

Lo recuerdo cual si fuera ayer. Y jamás olvidaré tal acontecimiento en mi vida.
Me hizo fuerte, seguro de mi mismo, y de quien soy. El patito feo siempre se convierte. Y me gusta pensar que así fue. Aunque alguna que otra mañana me sigo despertando y encontrando alguno que otro granito. Me gusta intentar darle un sentido, que pueda ser una anécdota con aprendizaje, pero la verdad es que no existe. Salen por que sí. Para amargarnos la vida, para hacernos sufrir y que la gente nos mire raro.

Así que si estás pasando por un momento como este, lo lamento mucho y que puedas ser feliz de todas formas. Sólo no seas incrédulo, y no escuches cuando te digan: Te dan personalidad! Te hacen más grande! O comiencen a nombrarte personalidades importantes que también tienen granitos y que de ninguna manera queres llegar a ser como ellos.

Al fin y al cabo un buen día se habrán ido, y cuando veas una cara llena de granos, recordarás los que un día tuviste y reirás.

martes, 18 de agosto de 2009


SOY RENEGADO

Hoy tengo mucho odio, mucha rabia, mucho mal humor. Y más de lo que me hace poner así me sigue sucediendo.

¿Por qué no admitirlo y ya? Vanas ambiciones de sonreír cuando no queremos…

Ho y quiero decir NO. No a todo, a vos, a el, a esto y aquello. Y así, solo así, puedo llegar a ser feliz a esta, mi manera.

¿Qué es el mal humor, sino mas que el hacer lo que realmente deseamos, y tomar las cosas como realmente las sentimos? Pareciera que necesitamos de esa gran motivación de humor y sentimientos en nuestro interior para recolectar de esa fuerza personal que nos lleve a decir y hacer, o no decir, ni hacer lo que no tenemos ganas.

Hoy si, no tengo ganas, ni de vos ni de nadie, y me siento feliz, por mas que mi cara no lo demuestre. Porque elijo. Quizás no elijo como sentirme, pero si el dejar que suceda, y tomarlo de la mejor manera.

Sonará raro, pero realmente disfruto de mi cara, y dentro de lo que no tengo ganas, disfruto de lo poco que sí. De eso se trata… no me digas que estas pensando en el “buscarle el lado bueno” porque si es así, no entendiste nada. Es el aceptar las cosas tal cual son. Esa relajación es la que me lleva a encontrar esa calma, donde solo yo me encuentro cómodo. Y no acepto visitas.

Y me dicen que soy renegado. Renegado porque la llave se trabó en la puerta y llegue una hora tarde? Renegado porque el día está del orto y me mojé todo? Renegado porque el vaso tenia una rotura y se me mancho toda la camisa, que comenzaba a secarse?

SIIIIIIIIIIIII, entonces soy un terrible renegado. Y pareciera que cuando es así, las cosas que nos llevan a eso, nos suceden una tras otra. Entonces me pongo a pensar… soy yo el renegado? O las cosas que me suceden me llevan a eso?

¿Por qué si el vaso estaba roto lo volviste a dejar en el montoncito, sorete? ¿Cuándo va a ser el día que cambien la llave por la tarjetita? Ahora las soluciones a mis problemas vienen como lluvia a mi cabeza. Pero ninguna cambiará nada. Y no deseo que lo hagan.

De vez en cuando, al fin y al cabo, necesitamos esa cuota de mal humor. Esa oposición que nos lleva a poder disfrutar de las cosas buenas que vienen luego.

Que venga esa persona a pasarte un trapito por la camisa, o que el edificio haya decidido modernizarse quitar algunos problemas cambiando la llave por la tarjetita. Sea cual sea la situación, todo tiene un lado bueno.

Hoy estoy de mal humor, y lo estoy disfrutando… al fin y al cabo, soy renegado y me va bien.

jueves, 6 de agosto de 2009

SOY REALISTA…

Se dice del ser Realista aquel que actúa con sentido práctico o trata de ajustarse a la realidad. Del tener Sentido práctico o Practicidad a aquel que piensa o actúa ajustándose a la realidad y persiguiendo normalmente un fin útil. Y de la Realidad, a la Existencia real o efectiva de algo. Lo que ocurre realmente.

Podría decirse que soy uno de esos de los que ven lo que ocurre realmente. Mas allá del ser bueno o malo, rico o feo, bello, o espantoso. Creo fundamental la necesidad del ser humano del tomar las cosas tal cual son, y aprender a apreciarlas tal cual son, dejando de lado todo pretexto, todo prejuicio y toda condena ajena a nosotros mismos. Si no somos capaces de apreciar lo que la vida pone ante nuestros ojos, no podremos ser capaces de disfrutar de aquello. Y probablemente las cosas mas hermosas de la vida pasen rápidamente ante nosotros, sin que siquiera lo hayamos notado.

Voy a admitirlo… hoy es un dia espectacular. Podría escribir sobre cuan hermoso es el sol de esta mañana entrando por mi ventana, cuan bello es el viento en los cabellos de aquella dama, el poetico sonido de las aves y la risa de los niños en la calle. Pero necesito, me urge, me apetece con suma y extrema necesidad decir la verdad del como yo veo las cosas. Y la verdad es que no le veo la gracia a la mañana, que si llego a verla es porque me tuve que levantar temprano para hacer algo y estoy de mal humor. Que odio levantarme temprano, y el sol de la mañana solo es el enemigo que me quiere echar de la cama. Que detesto cuando el viento te despeina, te cambia la pagina del libro, te llena de tierra, te vuela la ropa y demás actitudes violentas que tiene para conmigo. Seamos honestos, a quien le gusta una flaca toda despeinada.. En cuanto al ruido de afuera, los traigo de nuevo a mi situación: son las 9 de la mañana. Me despertaron antes del mediodia, lo cual implica que estoy enojado. Y que bajo ningun punto de vista el ruido de los niños gritando y llamandose entre si, con extrañas palabras que ni siquiera puedo llegar a descifrar, me puede llegar a parecer no mas que detestable.
Espero haber transmitido…en esta mañana…lo que significa para mi el ser sincero, con nuestro alrededor, pero lo más importante, con nosotros mísmos. Aprendamos a reír de lo que nos pasa, y de lo que realmente nos gusta y nos disgusta.
Soy amargo, soy intenso, un poco pesimista quizas, y hasta descontento…

Pero río al haber aprendido, a mirar las cosas como las veo. Soy realista.

miércoles, 5 de agosto de 2009

QUERIDO Y NO QUERIDO PUBLICO

El dia de hoy he decidido compartir con ustedes una reflexion anonima que ha sido importante al momento de comenzar a recorrer esta vida y establecerlas normas que la regirian. Dice mucho de lo que he llegado a ser hoy en dia, y de lo que pretendo en seguir convirtiendo...


BAILA COMO SI NADIE TE ESTUBIERA VIENDO


Nos convencemos a nosotros mismos de que la vida será mejor después... Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo, y entonces… después de tener otro.

Luego nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes y pensamos que seremos más felices cuando crezcan y dejen de ser niños. Después nos desesperamos porque son adolescentes, difíciles de tratar. Pensamos: "Seremos más felices cuando salgan de esa etapa".

Luego decidimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando consigamos el ascenso, cuando nos retiremos.

La verdad es que... NO HAY MEJOR MOMENTO PARA SER FELIZ QUE AHORA MISMO.

Si no es ahora, ¿Cuándo? La vida siempre estará llena de luegos, de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices ahora. De todas formas… No hay un luego, ni un camino para la felicidad, la felicidad es el camino y es AHORA... ATESORA CADA MOMENTO QUE VIVES,
y atesóralo más porque lo compartiste con alguien especial, tan especial que lo llevas en tu corazón y recuerda que EL TIEMPO NO ESPERA POR NADIE.

Así que deja de esperar hasta que termines la Universidad,
hasta que te enamores, hasta que encuentres trabajo, hasta que te cases, hasta que tengas hijos, hasta que se vayan de casa, hasta que te divorcies, hasta que pierdas esos diez kilos, hasta el viernes por la noche o hasta el domingo por la mañana; hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que justamente ESTE PARA SER FELIZ.

TRABAJA COMO SI NO NECESITARAS DINERO, AMA COMO SI NUNCA TE HUBIERAN HERIDO, Y BAILA COMO SI NADIE TE
ESTUVIERA VIENDO.