lunes, 31 de agosto de 2009

¿Qué te pasó en la cara?

Muestra de que la adolescencia comienza, de que nuestro cuerpo comienza a cambiar, del comienzo de una etapa única… los granitos. Propiamente llamado acné. Símbolo de mi juventud y aún unos años más.

Nada más desafiante que comenzar el día, mirarme al espejo, y descubrir que un nuevo granito habitaba en mi rostro cual si fuera un campo minado. A pesar de sonar chistoso, lo juro que no lo fue para nada. Y menos lo era el limpiarlos. Con pus, o los rojitos, los grandes y los chiquititos. Todos formando una gama de colores y texturas en un solo lugar.

Llega un punto en el cual uno comienza a pensar: ¿Qué es lo que yo hice para merecer este mar de acné en mi cara? ¿Cómo saldré a enfrentar al mundo? Y es cuando nos auto-convencemos, de que somos mucho más que una cara llena de granos. Que debemos hacernos valer por todo lo que somos, y que todos tuvieron granitos, por lo que no debería llamar tanto la atención de los demás. No debería…No debería.

Y es así como a los pocos minutos de salir de mi casa, un nene de unos 8 años me mira, se acerca, frunce las cejas y me dice…

¿Pero qué es eso que tenes en la cara??

En ese preciso instante, toda esa seguridad, la fortaleza y el poco autoestima que me quedaba, se cayeron a las profundidades abismales de la tierra, para dejarme casi boquiabierto y lleno de pena, ira y frustración. Pero aún así, con una pronta respuesta:

Son granos. Que a vos te van a salir en 4 años y vas a tener la cara igual que yo.¿ Qué bueno, no?

Muchas situaciones como esta. Muchos momentos como este. Muchas mañanas frente al espejo luchando contra este enemigo. Y contando cuántos nuevos habían salido esa mañana. Intentando mirarme con la vista nublada para verlos menos. Cuando le hablás a alguien y te das cuenta de que no te esta mirando a los ojos, sino que mira atentamente hacia ese grano, con miedo, con cautela, nunca lo sabremos, pero lo mira... es alli cuando comenzamos a creer que ya nadie volverá a mirarnos a los ojos.

Cuando vas a comprar y el la del mostrador te mira y te dice: A mi hija le pasa lo mismo... Y yo pienso y le digo, ¿Que, tambien la mandan a hacer los mandados?

Y me responde: No, tambien tiene la cara llena de granitos!

Pero la puta madre. Era necesario?. Aun peor cuando comienzan a nombrarte las mil y una soluciones posibles segun las abuelas, tias, libros, etc.
No probaste pasandote limon?¿ No te haz pasado aloe vera? ¿No intentaste con sal? ¿Con jabon blanco? ¿Con pasta de dientes? PARAAAAAAAAAAAAAAA. De la nada me convertí en un fenomenocon una cara dispuesta a cualquier experimento. La gente tirandome soluciones como si les doliera el mirarme, rogandome en su interior que POR FAVOR HAGA ALGO para no tener que verlos más. Ya no se si era un favor para mi, o para ellos mismos.

Lo recuerdo cual si fuera ayer. Y jamás olvidaré tal acontecimiento en mi vida.
Me hizo fuerte, seguro de mi mismo, y de quien soy. El patito feo siempre se convierte. Y me gusta pensar que así fue. Aunque alguna que otra mañana me sigo despertando y encontrando alguno que otro granito. Me gusta intentar darle un sentido, que pueda ser una anécdota con aprendizaje, pero la verdad es que no existe. Salen por que sí. Para amargarnos la vida, para hacernos sufrir y que la gente nos mire raro.

Así que si estás pasando por un momento como este, lo lamento mucho y que puedas ser feliz de todas formas. Sólo no seas incrédulo, y no escuches cuando te digan: Te dan personalidad! Te hacen más grande! O comiencen a nombrarte personalidades importantes que también tienen granitos y que de ninguna manera queres llegar a ser como ellos.

Al fin y al cabo un buen día se habrán ido, y cuando veas una cara llena de granos, recordarás los que un día tuviste y reirás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario